La reconquista española: crónica de la campeona del mundo en Venezuela

Esta vez no llegaron en barcos, como en 1498, sino en avión en 2011. Sin armas, aunque con el trofeo de la Copa del Mundo en sus manos. Fueron escoltados bajo severas medidas de seguridad, con la Guardia Nacional y la policía cerrando el paso y protegiéndoles. Vitoreados, el público de Puerto La Cruz se rindió a estos nuevos conquistadores, pese a pequeños focos de resistencia. Pero al final, España llegó, vio y venció.

Desde su arribo a tierras portocruzanas, la noche del domingo, la campeona del mundo se vio sorprendida con el recibimiento de un grupo de seguidores y curiosos, más de 400, en el aeropuerto General José Antonio Anzoátegui, de Barcelona. Gritos, histeria, delirio colectivo por una selección a la que sólo pudieron observar a cientos de metros de distancia.

“El recibimiento ha sido exquisito. El cariño de la gente nos está llegando. Es muy bonito saber que la gente está con nosotros, aunque no sea en España. Intentaremos devolver ese cariño haciendo un gran partido. Que la gente disfrute”, apuntó el zaguero Joan Capdevila, durante la primera rueda de prensa.



No hubo contacto con la gente salvo a su llegada al estadio, que también rinde homenaje al héroe de Boyacá. Allí se terminaron de meter en el bolsillo a los aficionados que asistieron al entrenamiento, la noche del lunes. Compartieron con un grupo de niños en una clínica de fútbol, en el mismo gramado. Si Andrés Iniesta o David Villa se acercaban a cobrar un córner o una falta desde la zona lateral cercana a la tribuna, eran ovacionados.

Los carteles quedaron expuestos. “I love you Casillas”, en un perfecto inglés con corazones incluidos, o un “Dame tu camiseta, por favor”, la mayoría de las veces dirigidas a Iker, el carismático portero del Real Madrid.



Al final de la práctica nocturna, la locura que se vio en el aeropuerto se repitió en el estadio. Cerca de ocho mil personas estuvieron presentes esperando alguna atención de las estrellas. La recompensa: algunos balones pateados a la tribuna por parte de Iniesta y Sergio Ramos. Regalos para los fanáticos.

La seguridad en el céntrico Gran Hotel de Puerto La Cruz mantuvo a los ibéricos alejados del mundo. Los fanáticos se quedaron en plena calle, pero de allí al sitio de concentración el trecho era largo.

Las ruedas de prensa ni siquiera se realizaron en pleno hotel, sino en una sala cercana, lejos de las habitaciones. Los periodistas que accedieron a las conferencias tuvieron que pasar hasta tres puntos de seguridad, siendo revisados por efectivos del Grupo Anti Extorsión y Secuestro.

Sólo la naturaleza estuvo totalmente en contra de los campeones de Europa y el mundo. Ya lo había dicho el entrenador Vicente del Bosque en su conversación con los medios, respecto al calor: “A mí me está afectando, de verdad. Tengo un calorazo tremendo. Pero espero que nuestros jugadores se adapten perfectamente, como lo hicieron al terreno de Boston”.

Durante el partido, el martes a las 4:00 de la tarde, la naturaleza hizo su juego contra la Furia roja, vestida de blanco: más de 36 grados de temperatura y una humedad del 90%. Para un habitante del trópico quizá sea soportable, pero es un verdadero infierno para los europeos. España jugó a media máquina para evitar sucumbir a la tarde portocruzana, aguantando hasta el final.

El público inundó de vinotinto las tribunas del estadio Anzoátegui. Pero esto no evitó que jugadores como Iniesta o Villa fueran ovacionados cuando sus nombres sonaron en las alineaciones iniciales, o que el ingreso de Fernando Torres e Iker Casillas recordara al Festival de la Orquídea en Maracaibo, con los gritos femeninos en el punto más álgido.

“La afición nos demostró cariño durante la estadía en el país y estamos muy agradecidos por el apoyo”, afirmó Del Bosque; Casillas, desde la zona mixta, agradeció las atenciones y los aplausos. “Fue muy bonito ver al estadio repleto”, manifestó el meta, que ingresó casi al final del juego por Valdés.

Culminado el encuentro, la selección española abandonó el estadio, se dirigió al hotel y de allí al aeropuerto. La aventura en Venezuela había terminado, sin lesionados, sin controversias, con el público y la victoria en el bolsillo.

Comentarios